Y llego la globalización a la psicología, como no podía ser menos. Cada día hay menos tiempo para otra cosa que no sea el trabajo y las obligaciones familiares. Los padres y madres se sienten agobiados por las exigencias diarias, los jóvenes por esforzarse en crecer y desarrollarse entre el estudio, el trabajo y la necesidad de socializar, los ejecutivos no están siempre en el mismo sitio ya que los viajes y los traslados los llevan de aquí para allá y a veces necesitando expresarse en idiomas distintos a la lengua materna. La mayoría de ellos sienten que su agenda no puede estirarse más. Los jóvenes que por cuestiones laborales, de estudio o inquietud salieron de su país y desean hacer terapia en su propia lengua. Las personas con problemáticas que les avergüenzan, al evitar el cara a cara se sienten más seguros. Las personas que están postradas, imposibilitadas de trasladarse, encuentran su solución de ayuda psicológica en la psicoterapia por internet. Las personas que no desean que su ambiente sepa que está haciendo terapia… y la lista es muy larga.
Ya no hay fronteras que internet no pueda salvar entre los hombres, y la psicología se adaptó a esta nueva forma de vida a través de la terapia por internet.
De esta manera, no es necesario quitarle tiempo a las muchas obligaciones ya que no habrá que trasladarse y se contará con flexibilidad horaria y no habrá que adaptarse a expresar sentimientos o emociones en un idioma distinto al nativo, lo que asegurará no interrumpir la terapia.
Pero no todo son rosas. Es este un período de cambio, de adaptaciones, aprendizaje crecimiento y desarrollo son mutuos.
La pregunta que surge es ¿es igualmente efectiva que la terapia cara a cara?
La respuesta es que es distinta. Está amoldada a la satisfacer una necesidad actual en las grandes ciudades, para ello tuvo que dar a cambio el contacto piel a piel, necesario para establecer feeling rápidamente, lo que estrecharía el vínculo paciente-terapeuta. Por otro lado, en la videoconferencia la imagen de cuerpo entero se cambia por la imagen del rostro, con lo que se perderá la comunicación no gestual corporal, indicativa de ansiedad o incongruencia (imperceptible para el cliente), pero dato fundamental para el terapeuta.
Esto implica que el papel más activo será el del paciente: sobre él caerá el mayor compromiso con la cura, él se responsabilizará consigo mismo y con el terapeuta para cumplir con el encuadre: horarios, pagos, tareas (si las hubieran), y con el esfuerzo por comunicarse más allá de lo obvio.
Para el terapeuta la tarea es más difícil (la experiencia de vida y profesional lo facilitará), la pérdida del aspecto no gestual de la comunicación exigirá un mayor esfuerzo de su parte para suplirlo con mayor concentración. Faltarán además los indicadores perceptivos sobre el vínculo establecido y deberá encontrarlos en el cumplimiento del paciente del encuadre.
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